jueves, 8 de mayo de 2008

EXTRACTO DE UN ARTÍCULO DE JUAN PASQUAU



LA BIBLIOTECA, ÓRGANO DE CRECIMIENTO

(Premiado en concurso convocado en el B.O.E. de 10 de abril 1963,
con motivo de la Fiesta del Libro)

(…)

Otra cosa es el libro. La independencia del libro nos garantiza un escapismo. El único posible ahora... Su compañía, sigue siendo la mejor para pensar, para desprendernos de lo accidental en busca de lo esencial, para elevarnos de la anécdota a la categoría.

El libro no está regido por el ambiente; sorbe su sustancia, no de la circunstancia, sino de la entraña del autor. Y hay libros de todas las latitudes geográficas y de todas las latitudes del tiempo. Un libro es, siempre, un trozo de fervor insoluble, inatacable. Es ciencia, o historia, o literatura; pero, en cualquier caso, articula ideas y formula vivencias que permanecen, que no están sujetas a la versatilidad atmosférica. Son afirmaciones las suyas al margen del clima. Están ahí los libros, en los estantes, postulando en su quietud, creencias, verdades, pasiones que no devoran los siglos. Son tiendas para el refugio: habitáculos del alma que un día, rebelde, a su localización forzosa, quiere salir a pasear. Las páginas impresas, ¿no semejan continuadas avenidas para el lento deambular silencioso de la conciencia, parques acotados para el libre juego de la inteligencia, paisajes luminosos que asombran por su heterogénea riqueza, por su valiente orografía épica, lógica o lírica? Traen la voz olvidada de los muertos.

Todavía los libros son, gracias a Dios, insustituibles. Cuando se habla de elevar el nivel cultural de los pueblos y se postula en pro de su adelanto espiritual y material, hay que apelar a ellos como instrumentos de cultura, capaces de inyectar inquietud, sabiduría, sensibilidad. Su efecto estimulante es profundo. Diríase que otros instrumentos de cultura operan de una manera subcutánea; sólo el libro inocula vigor y trascendencia en las estructuras recónditas del alma.

(…) En el recinto de la biblioteca, los hombres aprenden su oficio de hombres porque ella es el taller que pule y afina idearios y normas, que otorga enseñanzas y regala al espíritu belleza. Nada de espectacular hay en la biblioteca donde todo es silencio y en la que los libros, sin reclamo, sin vocear la mercancía –por suerte no hay mercancías en la cultura– muestran modestamente su presencia. Es impresionante el silencio de la biblioteca y, sin embargo, ¡qué poblada está! Nunca estamos menos solos que cuando nos rodeamos de libros. El más insignificante (¿) volumen está presto para regalar su melodía a quien quiera percibirla. Maravillosa quietud y, no obstante, los libros no son muertos. Nada mas opuesto a un cementerio que la biblioteca. Cada libro, en su estante, aguarda con su caudal inmarcesible de palabras, ideas, juicios, relatos, sugerencias. Cada uno nos invita levemente, a ser su huésped durante unas horas. Todos brindan, graciosamente, remedios para algo... ¿Una botica", la biblioteca, para los males del hombre En ella se alinean soluciones de casi todas las preguntas; y todas las lacras sociales –la impiedad, la ignorancia, el embrutecimiento– pueden encontrar aquí su medicina. Y todos los venenos su triaca. (Claro está que cada libro reclama su lector, y que no todos los lectores están en condiciones de conocer el libro que necesitan. Pero ahí la misión de los bibliotecarios, verdaderos farmacopolas de la cultura).

Sobre todo, ¡que remedio la biblioteca en ciudades y pueblos, para este achaque de miopía que el ambiente –de que hablábamos al principio– nos induce! Vivimos entre las cuatro paredes de nuestras limitaciones sociales, profesionales, familiares, económicas; vivimos constreñidos, ligados a la circunstancia. ¿Qué pueden ver nuestros ojos en tan reducido ambiente?

El egoísmo –que es la miopía del espíritu– llegará indefectiblemente si no sabemos escapar, idealmente al menos, de nuestra situación. Yo no conozco medio mejor para la fuga que el libro, si no es el recurso religioso. Después del recinto del templo para el despliegue de nuestras ansias de eternidad, no hay lugar como el de la biblioteca: gimnasio que entrena y adiestra las facultades mentales. No puede mantenerse en forma a un pueblo que no sabe rezar y que desdeña el placer de leer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Puede firmarse a través de internet el manifiesto en defensa de la biblioteca de Úbeda?

Anónimo dijo...

La recogida de firmas estuvo activa entre los días 21 y 25 de abril en la web vbeda.com. Ya está cerrada.
Lo sentimos mucho.
Los Amigos de la Biblioteca