La Cofradía de Jesús fue la impulsora del monumento
EL MONUMENTO ESCONDIDO.
Cuanto más debe una ciudad, un pueblo, a un hombre, más escándalo –escándalo moral– causa que la estatua con la que un día se decidió homenajear a ese hombre dormite olvidada, abandonada, en cualquier rincón, sin cuidado y casi escondida, como si avergonzase mostrarla en un lugar digno, en una encrucijada hecha para las vidas y las gentes. Eso ocurre, en Úbeda, con el monumento de Juan Pasquau. Monumento, cierto es, casi venido a menos, en el que destaca el espléndido busto –algo más que un busto, dijo Juan Luis Vasallo, su autor, pues tiene los dos brazos completos– del gran escritor; monumento al que le falta el complemento que aclimate la imagen en bronce de Pasquau, pues poco digna parece esa base sobre la que descansa y que se nos figura realizada por puro compromiso, porque en algún sitio tenía que situarse el busto. Si cuando salió adelante la iniciativa de realizar este homenaje a Juan Pasquau –iniciativa privada, muy tímidamente, pero muy tímidamente, impulsada por el Ayuntamiento– no hubo disposición económica para completar el monumento, ¿por qué no ahora, de una vez por todas, se acomete esta empresa y se le busca un lugar digno y visible a Juan Pasquau y se diseña un monumento que haga que su busto deje de estar expuesto sobre esa especie de bandeja pétrea?...
A la izquierda del patio central del Hospital de Santiago hay un patio más pequeño, macizo: el Patio de la Virgen, posiblemente llamado así porque una imagen mariana debió coronar la base de piedra que aún hay en el centro del mismo. Debajo de las arcadas de piedra, junto a la puerta que da acceso a la Biblioteca Pública que lleva su nombre, está situado el pedestal de piedra que sostiene el busto de Juan Pasquau. Aparcado allí, como si cualquier cosa, como si ese hombre eternizado por Vasallo en el bronce –la mano derecha acariciando la cara, en gesto pensativo, en gesto propio de un hombre hecho de meditaciones y silencios; la mano izquierda pasando las páginas de un libro–, no fuese el hombre que desveló la poesía oculta de Úbeda, y que construyó una Úbeda sin la cual no puede entenderse la realidad de la ciudad de los Cerros, porque desde Juan Pasquau, para entender a Úbeda hay que dialogar con la Úbeda de Juan Pasquau. Como si ese hombre no hubiese sido uno de los más grandes articulistas del siglo XX español. Como si ese hombre no fuera uno de los pensadores más finos y elegantes de la Guerra Civil para acá. Como si no fuese una personalidad ineludible en la realidad cultural del Jaén de los últimos cien años. Como si...
LA TAREA DE LA SOCIEDAD CIVIL.
Cuando Juan Pasquau moría –el 10 de junio de 1978– era Hermano Mayor de la Cofradía de Jesús Nazareno Andrés Carlos Martínez de las Peñas. Él y la Junta Directiva que presidía, y de la que era Vocal Juan Pasquau –el alférez de la Cofradía que orgulloso portaba el ancestral Pendón en el amanecer del Viernes Santo–, entendieron muy pronto que era necesario que Úbeda regalase un monumento a la memoria de Juan Pasquau. No era suficiente con que una calle, un colegio público o su Biblioteca Municipal ya hubiesen sido bautizadas con su nombre: gestos, esos, al fin y al cabo fáciles, que no requieren esfuerzos ni desvelos ni sacrificios, gestos para los que basta con un simple acuerdo municipal que no tiene más costo que el de los folios en que se escriben.
Libros de actas, polvorientos libros de cuentas, documentos, partituras, escrituras... carpetas azules cerradas con gomas y con etiquetas que identifican su contenido... El Archivo de la Cofradía de Jesús es una fuente inagotable para la curiosidad de los historiadores, alimentada por más de cuatro siglos de historia. En ese Archivo hay tres carpetas azules, mimadas por el entonces Secretario de la Cofradía –Antonio Vico, el gran amigo, el amigo del alma de Juan Pasquau–, que contienen toda la documentación relativa al monumento de Pasquau. Es curioso que esta documentación no se custodie en el Archivo Municipal, pero es que como hemos dicho el Ayuntamiento fue un simple convidado de piedra en este proyecto. Y es que el reconocimiento a Juan Pasquau nació de la sociedad civil, en uno de los últimos gestos de arrojo cívico que la siempre adormecida sociedad ubetense ha tenido.
Así, el 27 de enero de 1981 se reúne en la Sala de Profesores de la Escuela de Artes y Oficios la Comisión Pro-Monumento. La preside el Hermano Mayor de la Cofradía de Jesús, y asisten el pintor Domingo Molina (director de la Escuela), Eusebio Campos (director del Colegio Público que entonces todavía se denominaba “Francisco Franco” –hoy “Sebastián de Córdoba”–, del que Pasquau fue director), Diego Rodríguez Valdivia (director de SA.FA.), Natalio Rivas Sabater (Presidente del Centro de Iniciativas Turísticas de Úbeda), Joaquín López Sáez (delegado de la Asociación de Medios Informativos de Úbeda), José Dueñas Molina (en representación de la Asociación Cultural “Adelpha”), Pedro Nieto (en representación de la revista “Gavellar”), Juan Ramón Martínez Elvira (Consejero Local de Bellas Artes), Ramón Molina Navarrete (director de “Ibiut”) y el concejal Felipe Fernández Ordóñez. En esta primera reunión, los representantes de la sociedad civil acordaron tirar para adelante con el monumento de Juan Pasquau, encargando su realización a Juan Luis Vasallo, uno de los más grandes escultores del siglo XX. La empresa, era ambiciosa, pero todos eran conscientes de que Pasquau no merecía menos. Y se decide pedir al Ayuntamiento que el monumento se instale en el Rastro, debajo de la muralla, junto al torreón de la Santísima Trinidad.
ÚBEDA POR PASQUAU.
El 27 de octubre vuelve a reunirse la Comisión, a la que se habían adherido Bernardo López Aparicio (director de FP en SA.FA.), Alberto Coronado (aparejador municipal), José Fuentes Miranda (de la Asociación Cultural “Aznaitín”), Antonio del Castillo (amigo de Pasquau y bibliotecario municipal), y Antonio García Soria y Antonio Vico Hidalgo, destacados hermanos de la Cofradía de Jesús –alma mater del proyecto–, que actuarían respectivamente como Tesorero y Secretario de la Comisión. Ese día, Juan Luis Vasallo presenta su proyecto de busto, que resulta del agrado de todos. Y la Comisión se lanza a la tarea de recaudar fondos para poder sufragar el coste del monumento.
El 20 de octubre de 1983 vuelve a reunirse la Comisión, y a la misma asiste el nuevo Alcalde de Úbeda, Arsenio Moreno Mendoza, que propone que el monumento se ubique no en el Rastro sino en el patio de la Casa de la Tercia, lugar de las nuevas dependencias de la Biblioteca Municipal. Se aprueba la idea y se informa de que ya hay recaudadas más de 200.000 pesetas para el monumento. Pero hay que llegar hasta las 800.000 que cuesta realizar en bronce el busto de Juan Pasquau, y a comienzos de 1984 se manda al escultor un adelanto de 225.000 pesetas. No cesa en sus trabajos y desvelos la Comisión –rifas, donaciones...– y el 29 de diciembre, en el Teatro Ideal Cinema, se representa la obra “Úbeda, dama de sueños”, de Molina Navarrete: 35.000 pesetas más para la cuenta del monumento. Y así, poco a poco, la sociedad ubetense supo estar a la altura de las circunstancias y de la memoria de Pasquau y se recaudaron 833.500 pesetas, que dieron para pagarle a Vasallo y para costear la humilde peana de piedra que debía sostener el busto. Seguramente a los patrocinadores del monumento les habría gustado completar tan extraordinario busto con unos mejores complementos, pero el dinero no dio para más y los políticos –tan pródigos en sugerencias y en actos en los que ser fotografiados– no aflojaron el presupuesto municipal.
El caso es que el 8 de septiembre de 1986, festividad de la Virgen de Guadalupe, se inauguró el monumento de Pasquau en la Casa de la Tercia, lugar poco apropiado, por poco visible. Asistieron su familia y sus amigos y su Cofradía y la Comisión Pro-Monumento... y la Corporación Municipal y el Consejero de Cultura de la Junta de Andalucía. Hubo, supongo, discursos e himnos y recuerdos sinceros y alguna lágrima. Luego, cuando la Biblioteca se trasladó al Hospital de Santiago, el busto de Pasquau fue detrás de su Biblioteca y acabó aparcado en el Patio de la Virgen, a la espera de que algún día la sociedad civil de Úbeda –poco cabe esperar de sus corporaciones municipales– resucite y retome el proyecto de terminar un monumento digno para Juan Pasquau, en alguna calle o en alguna plaza del pueblo que tanto amó y que tanto le debe.
(Manuel Madrid Delgado)
(Publicado en IDEAL el 5 de junio de 2010)
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